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Igual que a todos los bebés al hijo de Dios, el primogénito de María, le cantaron arrullitos para adormecerlo. ¡Qué se quedó chimuelo a los cinco años! Por supuesto que sí, le pasó lo mismo que a ti, y como tú corrió, se empolvó, trepó árboles y se raspó las rodillas. Jesús era de carne y hueso y le gustaba el frijolito con queso.
También a Jesús se le cayeron los dientes
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