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No se visten de negro ni viajan en escobas. Pero, igual que las brujas de la antigüedad, que elaboraban sus pócimas agregando cada ingrediente en la cantidad y tiempo exactos, ellas así trabajan. Unas hacen ropa con hilitos; otras, panes sin sufrimiento; otras, menjurjes para el cuerpo y el alma; otras, objetos de amasar el barro. Visitan el Cerro del Rebote para hechizarnos con gran descaro. Puedes conocerlas en el Museo de la Ciudad, en Tuxtla de los Conejos. Este sábado prometen mucha algarabía y brujería.