Las escobas se llenaron de telarañas y morían de tristeza al no escuchar las voces de los niños jugueteando en los patios de las escuelas. Hoy las flacas señoras (seguimos hablando de las escobas), moverán hombros y caderas, al son de las cubetas y los treapeadores, para dejar listos los salones que recibirán a los distinguidos huéspedes. ¡Feliz regreso a la escuela!
El despertar de las escobas
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