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Siempre que el grillito cantor iba por los caminos de aquí para allá, lo hacía tarareando, inventando canciones. Esa vez no. Llevaba en blanco el pensamiento cuando una garra de gato le cayó encima. Pero los gatos nunca tienen prisa por devorar, antes juegan futbol con sus víctimas.
De cuando a Cricrí no se lo comió un gato futbolista y de cómo salvó el pellejo